Casa de Misericordia de Málaga

Tipo de centro

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Puesta en funcionamiento

1862

Descripción

La Casa de Misericordia, cuyo edificio es conocido actualmente como La Térmica, no fue la primera institución pública dedicada a la beneficencia en Málaga.

De hecho, la Casa de Misericordia de Málaga fue una de las primeras que se fundaron en España, concretamente en 1862, y nació, en una ubicación distinta a la actual, en el antiguo Convento de Santo Domingo. como fusión de las casas de socorros, expósitos y mendicidad, y teniendo como base la Ley de Beneficencia de 1849.

A partir de 1870, la Diputación asumió su gestión directa mediante una labor protectora y educativa de la infancia y juventud desamparadas, incluyendo también los ancianos.

Estaba a cargo de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. En 1886, el Asilo entró en un período de declive y las Hijas de la Caridad declinaron seguir haciéndose cargo del mismo. Tras unos años en que las condiciones de vida de los asilados (niños y ancianos) fueron deplorables, en 1892 volvieron las Hermanas citadas y la atención mejoró considerablemente. En 1897, tenían 112 niñas asiladas y una clase de párvulos, siendo quizá el mayor centro de beneficencia de la provincia.

Posteriormente, entre 1887 y 1911, debido al lamentable estado de conservación del edificio, los asilados fueron realojados provisionalmente en el Hospital Civil, el asilo de San Enrique y un local alquilado en la calle Los Negros, hasta que el Gobierno (R.O. de 27 de marzo de 1888) concedió a la Diputación Provincial permiso para enajenar el citado caserón y con el resultado de la venta edificar otro nuevo.

El edificio de La Misericordia

Este nuevo edificio se comenzó a proyectar en 1903 por el arquitecto provincial José Novillo Fertrell con la colaboración del también arquitecto Manuel Rivera y en 1904 se aprueba el proyecto, pero las obras se retrasaron hasta agosto de 1907.

Estas obras de construcción del edificio se licitaron en 1906 por 750.236 pesetas, aunque finalmente costaron 878.081 pesetas. El inmueble se ubicó en una finca segregada del cortijo de Ahumada, que fue cedida por los marqueses de Larios.

El 8 de mayo de 1912 concluyeron las obras, con Juan Chinchilla Domínguez como presidente de la institución provincial.

El edificio estaba destinado a acoger la Casa de la Misericordia pero, antes de que acabaran los trabajos, el 13 de noviembre de 1909, se cedió al Ministerio de la Guerra como hospital de sangre para acoger a los heridos de la Guerra de Melilla.

Cuando el edificio es recuperado de nuevo por la Diputación, y administrado por la Junta Provincial de Beneficencia, el centro acoge a niños necesitados de la ciudad y provincia “Niños de la Calle” creándose posteriormente unidades escolares y los primeros talleres para su instrucción profesional, entre los que destacaría la imprenta que se encargaría desde entonces del Boletín Oficial de la Provincia, y que permitió a numerosos muchachos formarse en las artes gráficas. Las hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl se hicieron cargo de su gobierno, al frente del cual Sor Teresa Prat estuvo durante más de 30 años, dedicación por la que es recordada con el nombre de la avenida.

No sería hasta la Dictadura de Primo de Rivera y con la llegada a la presidencia de la Diputación del abogado malagueño Juan Luis Peralta Budsen, cuando se inicien unas reformas de gran importancia para la Nueva Casa de Misericordia, con la creación de talleres de formación profesional para los internos: zapatería, imprenta, carpintería y panadería, en esta última se elaboraba el pan para todos los centros dependientes de la institución. La Reina Victoria Eugenia fue la encargada de inaugurar dichos cursos.

El edificio en 2022

Con el advenimiento de la II República en 1931, el centro percibirá los cambios políticos. En mayo de ese mismo año el gobernador nombrará una gestora presidida por Enrique Mappelli Raggio, quien promoverá inversiones y reformas, a destacar el vallado y la construcción de la portería de la entrada, además de un nuevo reglamento.

Tras el triunfo del frente popular en 1936, la presidencia de la Diputación fue asumida por el socialista Antonio Román Reina, y como diputado visitador el comunista Andrés Rodríguez, iniciándose además de la laicización del centro hasta ahora dirigido por las Hermanas de la Caridad. Y una de las medidas más polémica fue la unión de niños y niñas en el recreo.

Durante el periodo de la Guerra Civil el edificio vivió una época convulsa con varios cambios de nombre, terminando en 1938 por llamarse Hogar de Nuestra Señora de la Victoria y su labor sería la de acoger a los huérfanos de la contienda. Etapa destacada de este periodo será la presidencia de Baltasar Peña Hinojosa, que creará una vaquería y gallinero en el centro y que unido a la producción de pan y el huerto, se convertirá en un modelo de autoabastecimiento y autoconsumo.

En 2013 abrió una nueva etapa con la creación de La Térmica como espacio de creación cultural.

El inmueble ha sufrido profundas transformaciones desde su origen, muy especialmente en 1981 cuando se realizan fuertes obras de consolidación y conservación. No obstante, el edificio se articula actualmente por medio de pabellones y patios que entroncan con la crujía principal formando, todo el espacio, una planta muy quebrada pero simétrica con respecto a un eje central que, a su vez, presenta numerosos entrantes y salientes para formar patios abiertos y cerrados que, junto a los grandes ventanales, le dan ventilación y luminosidad a todo el edificio. Finalmente, cada una de las crujías se organiza alrededor de un pasillo central con dormitorio y salones a ambos lados.

Por otra parte, la decoración, que se inicia en el jardín con la fuente en mármol de mediados del s.XIX (54x242x254 cms.) procedente del Hospital Civil, no es muy profusa en el edificio, aunque podemos encontrarla en los zócalos de azulejos de los pasillos, en las arquerías de ladrillos de algunos patios, en el coro de madera labrada de la extinta capilla y en la fachada. Aquí aparecen unos remates a manera de almenas o cresterías transformadas en cruces y que recuerdan flores geometrizadas a modo de los elementos con los que se dotaban a los edificios modernistas, relacionándose también con otros diseños del arquitecto Rivera Vera que al intervenir en una de las remodelaciones de la edificación dejó clara impronta de su estilo.

Función educativa

La Casa de Misericordia contaba con una escuela de primaria para niños y otra para niñas. Su objetivo era «el desarrollo de sus facultades físicas e intelectuales e inculcarles las reglas de una conducta sin tacha, las de afecto a sus compañeros y el respeto y obediencia a las autoridades» (Reglamento, 1915: 45). Los alumnos debían asistir hasta los 14 años y si a esa edad no habían alcanzado el nivel deseado, debían permanecer en la escuela hasta alcanzarlo.

Al frente de la escuela de niños había un maestro titulado, secundado por un ayudante y un auxiliar, mientras que de las niñas se encargaban las hijas de la caridad «que por sus condiciones de aptitud puedan dedicarse a la enseñanza». La formación de éstas la completaba la profesora de labores que las auxiliaba «en este importante ramo de la enseñanza», enseñándolas a «coser, bordar y otras labores propias de su sexo, y con especial cuidado el gobierno de una casa» (Reglamento, 1915: 47).

En el caso de las niñas ni siquiera se planteaba una maestra para dirigir la escuela y su formación se orientó exclusivamente hacia el aprendizaje de las tareas del hogar. Sólo aquellas que «sabiendo leer y escribir muestren afición a la música y posean buena voz y entonación» recibirían clases de música (Reglamento, 1891: 41; Reglamento, 1915: 51). Por otro lado, la gimnasia únicamente se impartía a los niños, «adiestrándoles en ejercicios higiénicos encaminados a desarrollar y acrecentar la fuerza física» (Reglamento, 1891: 40).

Pero la instrucción prioritaria de las casas de misericordia era la formación profesional, considerada como el pilar fundamental de las políticas educativas destinadas a la juventud marginada. Se entendía que dicha formación era el mejor medio para «en su día ocupar un puesto decoroso en la sociedad» (Reglamento, 1931).

Por último, el alumno que hubiera demostrado buena capacidad intelectual y brillantez en los exámenes, era recomendado para que siguiera estudiando en la Escuela de Bellas Artes, si era aficionado a la pintura, o en la escuela normal, si era aficionado a los estudios. Pero lo que realmente interesaba a los dirigentes de la Casa era que los niños, y en menor medida las niñas, adquirieran los rudimentos de la enseñanza primaria como base para la formación profesional futura y, por ello, insistían en que nadie pasaría a ese grado sin haber completado satisfactoriamente la otra instrucción.

Bibliografía

Sanchidrián Blanco, C., & Martín Zúñiga, F. (2009). PROTECCIÓN Y REEDUCACIÓN DE LA INFANCIA ABANDONADA: LA CASA DE LA MISERICORDIA DE MÁLAGA (1862-1936). Bordón. Revista de Pedagogía, 61(4), 123–137. https://recyt.fecyt.es/index.php/BORDON/article/view/28818
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Imágenes históricas

Edificio

Documentos

Localización

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2 comentarios

    • Muchas gracias por su comentario. Una de las finalidades de esta página es precisamente que no se pierda la memoria de los centros educativos malagueños.

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