Colegio de Santa Teresa de Jesús (Málaga)

Puesta en funcionamiento

Octubre de 1914

Tipo de centro

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Descripción

Conjunto de alumnas del Internado de Santa Teresa de Jesús de Málaga (1915)

La presencia de la Institución Teresiana en Málaga se remonta a 1914. En ese momento padecía un enorme analfabetismo femenino, y el primer centro educativo de la institución en la ciudad adquiría el compromiso de trabajar a fondo por la educación de la mujer malagueña. Este nace por la petición de la directora de la Escuela Normal de Málaga, doña Suceso Luengo, quien, conociendo un centro semejante en Jaén, le solicita a Pedro Poveda formar uno similar en Málaga.

De esta manera comienza a funcionar a primeros de octubre de 1914 la Academia Internado para estudiantes de Magisterio situado en la Calle Casapalma nº6, estando en la dirección Francisca Ruiz Vallecillo. Con ella forman equipo las señoritas Gómez Linares, Victoria Kent, que se trasladaría a Madrid en 1917 para estudiar bachillerato, y doña Laura Vallejo.

También en 1917 el centro se traslada a la calle Alcazabilla, al quedarse pequeño el local anterior. En este caso la directora pasa a ser una joven Marina de Torres y el uso del edificio sigue siendo el mismo, es decir, para la formación de jóvenes señoritas que quieren ser maestras y que permanecen allí internadas, pero se ampliaron las clases para obreras y desde ese año se incorporó a las actividades primeras, la preparación de oposiciones de ingreso en el Magisterio Nacional.

Continuando con los cambios de edificio, en 1920 la Academia pasa a encontrarse en la calle Císter haciendo esquina con Pedro de Toledo, antigua sede del Museo de Bellas Artes. Se trata de una espléndida casa de cuatro pisos, cuarenta habitaciones y grandes patios. El número de aulas era de siete y medían entre los 5,6 y 9,5 metros de largo por entre 3,5 y 4,5 metros de ancho y los 3,6 y 4,6 metros de alto. Estamos hablando de clases de un tamaño más o menos amplias y de techo alto.

En esta década se empieza a intensificar la función educativa dando clases de adultas para trabajadoras, cursillos para las alumnas, también se dan conferencias, clases de párvulos, primera enseñanza, bachiller y normalistas. Además, como novedad para esos años, se realizan excursiones que ayudan al aprendizaje de las jóvenes.

En 1924 es legalizado como Colegio Santa Teresa de Jesús y en 1939, reconocido como Centro Oficial de Enseñanza Media. Como resultado de las necesidades espaciales de la congregación, en 1959 Acción Cultural-Institución Teresiana adquirió la Hacienda Giró para edificar un nuevo colegio y es en 1963 cuando se encarga el proyecto a los arquitectos Manuel Barbero Rebolledo y Rafael de la Joya Castro, con una concepción exterior similar a la ejecutada al unísono por el arquitecto Sáenz de Oiza en las Islas Baleares.

El edificio de Monte Sancha

«Colegio de niñas en Málaga», de Manuel Barbero y Rafael de la Joya

Desde 1963 el colegio se encuentra ubicado en Monte Sancha. Al año siguiente de la inauguración del Centro cambia de denominación, pues pasa de ser Academia Internado a ser llamado Colegio Academia Santa Teresa. Aun así, su actividad continúa siendo la de la Academia-Internado , basándose en los principios pedagógicos de Pedro Poveda y manteniendo tanto alumnas internas como externas, aunque esto duró poco y el internado desapareció a principios de los años 70.

A partir de los años 90, y con la entrada en vigor de la LOGSE el colegio se convirtió en mixto, donde se puede estudiar educación infantil, primaria, secundaria y educación especial.

El último edificio donde se ha trasladado la educación de la Institución Teresiana en Málaga es tan singular que merece mención especial. Si hay algo que destaca a simple vista de este Centro es su original arquitectura que ayudó a la actualización pedagógica, desarrollando una nueva distribución de espacios, de organización escolar e incluso de metodologías.

Se trata de un proyecto de Manuel Barbero Rebolledo y Rafael de la Joya Castro (1963). Es un colegio con vistas compuesto por un despliegue de módulos prismáticos, de un blanco deslumbrante, atentos en su ubicación a las sugerencias del terreno, esto es, la ladera meridional de un monte orientado hacia el mar y, en consecuencia, a la luz del sol.

Es una “arquitectura aterrazada” que en virtud de los desplazamientos y deslizamientos de una serie de cuerpos rígidamente geométricos consigue encaramarse con sorprendente habilidad a la empinada pendiente en la que se halla enclavado, sin llegar a desperdigarse.

Aunque el prisma que sirve de módulo resulte una caja rígidamente geométrica, su composición de horizontales escalonadas, fruto de sucesivos retranqueos a medida que sube la cota de la ladera, logra con eficacia la armonía entre el edificio y su entorno, por lo que se le puede reconocer a este proyecto una cierta naturaleza organicista.

Su ambiente, aunque presente en otro tipo de construcciones, es inusitado en la tipología escolar. Deriva también de la disposición de escaleras en zigzag, patios al aire libre y plantas vegetales por los distintos cuerpos y elementos de comunicación de los edificios. La superposición en vertical de los módulos de aulas aspira a que la cubierta de cada una de ellas sea terraza de la correspondiente superior, lo que permitiría incluso la impartición de clases al aire libre, sacando provecho de la benignidad del clima.

En 1965, en la revista Arquitectura, se subrayaba que la confección del proyecto hundía sus raíces en lo vernáculo, esto es, «los ejemplos de pueblos de Andalucía (recuérdese Mijas) enclavados en laderas de montaña con calles que siguen las curvas de nivel (aquí son galerías) que se abren de tiempo en tiempo, mediante plazas, hacia la campiña (aquí son patios que se presentan entre clase y clase con vistas al mar».

Sus arquitectos se formaron en la Escuela de Madrid, y son autores de otros colegios que siguen la misma idea que este proyecto, la de un módulo geométrico y flexible cuya disposición se deja llevar por las sugerencias topográficas. Los patios y galerías abiertos contribuyen igualmente a esa relación armoniosa, aparte de sugerir una comprensión peripatética de la labor educativa.

La estructura del Centro sigue las directrices pedagógicas más avanzadas y reúne condiciones inmejorables para llevar a cabo una enseñanza con métodos activos.  Construido de manera escalonada, cada una de las clases posee una terraza particular. Además, gracias a su orientación, por sus ventanales entra gran cantidad de luz natural. Luz que entra por el lado izquierdo de la clase tal como se recomienda.

Por otra parte, cabe destacar también su ubicación. Situado en la ladera sur del Monte de Sancha, se encuentra en su mayoría rodeado de naturaleza y aislado de ruidos. Años atrás toda esa zona se encontraba menos construida y por lo tanto tenía más monte, aun así, hoy en día pueden seguir disfrutando de un entorno singular y de unas vistas fabulosas directamente al mar desde cada una de sus clases.

Institución Teresiana

La Institución Teresiana fue creada por el sacerdote y pedagogo Pedro Poveda Castro con la ayuda de María Josefa Segovia en 1911, con la intención de elevar el nivel cultural de la mujer española que era muy deficiente en esos momentos, para lo que creó academias-internados para normalistas, escuelas de párvulos, primera enseñanza y adultas, clases nocturnas para obreras y centros pedagógicos.

Como las Academias surgieron en medio de la batalla del laicismo y confesionalismo en la educación que se estaba llevando a cabo en España durante esos años, su fin principal era formar con identidad católica a las futuras educadoras y por lo tanto el núcleo fundamental de las mismas lo constituyeron las alumnas de magisterio, aunque también ampliaron la posibilidad a las alumnas de estudiar Bachillerato y Comercio, además de las carreras universitarias, siguiendo cuando era posible programas propios o bien adaptándose a los vigentes en los centros oficiales.

Las distintas Academias-Internados femeninos tuvieron como eje transversal la superación permanente, actuando desde tres indicadores: atención a las clases populares, actualización pedagógica del magisterio y renovación metodológica de la enseñanza. Cada una de las Academias incluyó internados cuya normativa estaba recogía en los respectivos reglamentos, que serían signo y garantía para los padres del aprovechamiento intelectual y sólida formación cristiana y humana de sus hijas.

Bibliografía

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