Instituto Municipal de Ciegos y Sordomudos de Málaga

Puesta en funcionamiento

1925

Tipo de centro

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Descripción

Edificio del Insituto Municipal de Ciegos y Sordomudos en la alle Dr. Letamendi nº 5, posteriormente Gálvez Ginachero

Con anterioridad a la creación del Instituto de Ciegos y Sordomudos, establecido en 1925, la ciudad de Málaga había contado con dos pequeños centros o escuelas destinados a la atención de las personas invidentes, el del Hospicio Provincial (después Escuela Provincial de Ciegos) y el de “La Nueva Aurora”, perteneciente al Centro de Instrucción y Proyección de Ciegos de la ciudad, a los que el nuevo instituto vino a reemplazar.

Este Instituto de Ciegos y Sordomudos es fruto del empeño de Teresa Azpiazu y Paúl, primera mujer concejal del Ayuntamiento de Málaga, si bien no electa, que accedió al cargo el 21 de abril de 1924 siendo alcalde D. José Gálvez Ginachero. También era profesora de la Normal de Maestras, de la que fue nombrada directora en 1914, en cuyo cargo permaneció hasta el 12 de octubre de 1927.

En la Permanente municipal del 10 de junio presentó una moción proponiendo que se alquilara al precio de 275 pesetas mensuales y a partir del 1 de julio la casa nº 5 de la calle del Hospital Civil, propiedad de doña Cecilia Porta y Ortega, al objeto de instalar en la misma el Instituto de Anormales. La Comisión aprobó la propuesta autorizando que el señor alcalde formalizara el oportuno contrato.

Se dio un paso más el 15 de septiembre cuando el Dr. Miguel Mérida Nicolich, natural de Arriate, oftalmólogo que había quedado ciego en un accidente, presentó su candidatura a la plaza de director del mismo, siendo el único aspirante. El 1º de octubre la comisión acordó su nombramiento con un sueldo anual de 3.500 pesetas siéndole notificado al interesado el 9.

De Teresa Aspiazu fue también la propuesta presentada en la Permanente del 10 de octubre en la que explicaba que como muchos niños que habían de concurrir a dicha escuela vivían muy lejos y esto podría dificultar su asistencia a las clases, proponía que de los dos carros que había en el parque de bomberos se utilizase uno para el traslado de los chicos colocándole unos asientos y un toldo. Informó que estaba estudiando la forma para que, sin sacrificios por parte de la Corporación, se dispusiera de un conductor para dicho carrito y además un caballo, siendo aprobada la propuesta. No cabe duda de que, aunque rudimentaria, fue una iniciativa precursora y pionera del actual transporte escolar.

El Diario de Málaga del sábado 24 de octubre de 1925 recoge la noticia: «A la iniciativa del Alcalde, señor Gálvez Ginachero deberá Málaga un Instituto de Anormales, que pronto se inaugurará en un elegante edificio. La dirección estará a cargo del notable médico especialista, don Miguel Mérida Nicolich». De todos era conocido el interés, que don Miguel tenía por este Instituto. Su labor como médico y como director pedagógico del Instituto será muy positiva, pero no exenta de grandes dificultades.

Teresa Aspiazu y Paul

El edificio anteriormente había sido Sanatorio de la Cruz Roja, por lo que fueron necesarias obras de adaptación, según consta en el Boletín Municipal de 30 de septiembre de 1925: «Obras de reformas y adaptación de la casa de la calle Dr. Letamendi, que ocupó el Sanatorio de la Cruz Roja, para instalar en ella el Instituto de Anormales, creado por iniciativa del Sr. Alcalde».

El proyecto del Instituto de Educación Especial, también llamado Instituto de Anormales, firmado por el arquitecto municipal Guerrero Strachan, que suponía la reforma para la adaptación de la casa nº 5 de la calle Doctor Letamendi, era urgente y su presupuesto se aprobó en la Comisión Permanente del 1º de octubre.

El nombramiento de Mérida como director del Centro, considerándolo la persona más idónea para ejercer esta tarea y la dotación de un nuevo edificio era una prueba de que estaba cambiando la mentalidad entre las autoridades locales y provinciales. Mérida Nicolich asume esta tarea como obra propia y expone su proyecto al Gobernador Militar de Málaga, don Enrique Cano Ortega, que se entusiasma con el proyecto y le promete ayuda hasta conseguir plasmar la idea en realidad.

Mediante su intervención, piden al Círculo Andaluz de Buenos Aires ayuda económica para crear en Málaga esta escuela de sordomudos y ciegos. La demanda es secundada no sólo por el Círculo de Buenos Aires sino también por muchos malagueños, que dan donativos para fundar el centro educativo. Contribuye al éxito de tan benefactores planes el ejemplo de su familia, muy sensible a las demandas sociales.

La actitud del Ayuntamiento de Málaga fue positiva, coadyuvando a que llegara esta idea a buen término, pues la Corporación Municipal concede una finca con una extensión de 4.000 metros cuadrados. Parecía la más adecuada, pues cuenta el edificio con dos plantas y un jardín. El Instituto Municipal ele Sordomudos y Ciegos de Málaga es inaugurado finalmente en octubre de 1925.

El Instituto cuando se inaugura estaba subvencionado con 19.000 pesetas anuales por el Ayuntamiento, con 10.000 pesetas anuales por la Diputación Provincial y 1.500 pesetas anuales por parte del Ministerio de Instrucción Pública.

El Instituto Municipal de Sordomudos y Ciegos llegará a ser un centro educativo modelo de enseñanza de sordomudos y ciegos, gracias al tesón e influencia de Mérida Nicolich. Como reconocimiento a su labor se denominará en los últimos años: «Instituto Mérida Nicolich”.

Miguel Mérida Nicolich

Por las normas pedagógicas imperantes, el Instituto consta de cuatro secciones: niños ciegos, niñas ciegas, niños sordos y niñas sordas, al no estar permitida la coeducación. Funcionan como grupos independientes niños y niñas. En la ficha de beneficencia del Gobierno Civil constan dos centros separados: uno para sordomudos y ciegos y otro para sordomudas y ciegas. La capacidad prevista es de 36 alumnos sordomudos y 24 invidentes con edades comprendidas entre los seis y los dieciocho años.

La enseñanza de sordomudos y ciegos en Málaga no se puede entender sin la labor del doctor Miguel Mérida Nicolich. Nacido el 29 de diciembre de 1892, e hijo de médico, estudia la carrera de Medicina en la Universidad de Granada, licenciándose con sobresaliente en 1915 y se especializa en Oftalmología. En 1918 ocupa la plaza de oculista municipal, lo cual implica ser nombrado director interino del Hospital de Santo Tomás.

Cuando aún trabajaba como oftalmólogo en este hospital visitó la Escuela Provincial de Sordomudos y Ciegos que albergaba el Hospicio Provincial, y al conocer las deficiencias que presentaba decidió emprender todas las gestiones necesarias para que la ciudad tuviera un instituto moderno para el alumnado con estas características.

El 28 de marzo de 1924 queda ciego tras un confuso incidente y tras este hecho se dedica en cuerpo y alma a buscar soluciones para la situación de las personas invidentes. En 1925 es nombrado director del Instituto Municipal de Sordomudos y Ciegos. En marzo de 1928, obtiene el título de maestro de Primera Enseñanza, que le capacita para la docencia en general y posteriormente se inicia en el aprendizaje del Braille, el Ballu y el Abreu.

Fallece prematuramente el 26 de febrero de 1932 y su esposa, Vera Blackstone, principal colaboradora de la obra social y científica junto con su hermano Manuel, recogen su legado.

El Profesorado del centro

Existía un director y un claustro, compuesto por todos los profesores y auxiliares de las clases existentes. Una de las principales preocupaciones del director era la retribución económica a los maestros, pues el sueldo, al ser tan reducido, más que una retribución era una gratificación. Dedicarse en aquella época en España a la enseñanza es condenarse a vivir en mísera subsistencia. Gracias a las cualidades persuasivas del Dr. Mérida Nicolich ante las autoridades y a las amistades de que goza, consigue ayudas importantes que le permiten seleccionar un personal competente, y remunerarles adecuadamente.

Las Madres Franciscanas educadoras del Centro

El Instituto está regentado por siete monjas Franciscanas Terciarias, de las cuales una era ciega. Según Lisardo Guede, cronista diocesano: «Las religiosas Franciscanas de la Inmaculada llegaron a Málaga en 1925. Iniciaron su labor abriendo el Colegio de Ciegos. Lo ampliaron con una sección para sordos en 1926“. Estas religiosas actualmente son las responsables del Colegio de Sordos, «La Purísima», en Dr. Escasi.

Enseñanzas impartidas en el centro

Sus modernos sistemas pedagógicos, en los que se alternaba el estudio de las más diversas materias con los juegos que resultaban más asequibles a los niños ciegos, elevaron el nivel cultural y social de los escolares faltos de vista, fomentando en estos unos sentimientos humanitarios y de solidaridad, un carácter alegre y dinámico, como también un espíritu de superación que les beneficiaría notablemente en el futuro, cuando tuvieran que abandonar el centro docente.

En las aulas se dan enseñanzas de reeducación para niños ciegos y sordomudos. Hay enseñanzas comunes y otras específicas según se trate de ciegos o de sordomudos.
La enseñanza de los ciegos comprendía toda la Enseñanza Primaria, los sistemas de lectoescritura en relieve Braille, Ballu y Abreu. De modo significativo acentúan la enseñanza de la música (solfeo, piano, violín, armonium y armonía) y alguna profesión con ellas relacionada, como la afinación de pianos.

Con los sordomudos, además de la Enseñanza Primaria, trabajan la desmutación, capacidad para pronunciar su palabra, logrando que en poco tiempo se hagan entender bastante bien. Algunas clases se tienen al aire libre. Los sordos consiguen buenos rendimientos en algunas ramas, como el dibujo, pintura, mecanografía, contabilidad, escritura a lápiz, trabajos manuales del hogar, labores de punto, etc.

La Educación Física era primordial tanto para ciegos como para sordomudos debido a la importancia del desarrollo del aparato locomotor. En la educación de las personas ciegas lo primordial era que tuviesen autonomía personal y con respecto la instrucción se adaptó el método Braille para conseguir un mejor aprendizaje en un menor tiempo. Por último, educación profesional para los adultos permitía que estos pudieran tener un sustento y un trabajo, evitando la mendicidad.

En 1930 se abren unos talleres para ciegos jóvenes: «dos chalets en calle Tacón para instalar en ellos unos talleres del Instituto Provincial de Sordomudos y Ciegos, donde se enseña cestería, escobería, rejilla, alpargatería, cordelería y carpintería a veinte ciegos, jóvenes y adultos, poniéndoles un sueldo de tres pesetas diarias».

Para los sordomudos se crean talleres de zapatería y carpintería. Se les inicia en la fabricación de toda clase de cepillos por el procedimiento de Nottinghan, ciudad inglesa donde está industria había conseguido gran éxito. Con estos talleres se quiere dotar a todos los sordomudos y ciegos de un trabajo y de este modo librarles de la miseria a la que muchos estaban condenados.

Etapa final del Instituto

A la muerte del Dr. Mérida Nicolich fue su esposa doña Vera quien continua la tarea hasta su muerte años después. Tras los acontecimientos de la Guerra Civil reinicia su tarea bajo una nueva dirección: «La Escuela de Sordomudos y Ciegos, que dejara de funcionar en julio de 1936 reanudó sus clases el 8 de noviembre de 1937, a cargo de ocho madres de San Vicente Paul… otra Escuela especial, la de Anormales, sostenida también por el Ayuntamiento, bajo el régimen de un Patronato, preocupó así mismo a la gestora solicitando dos maestros municipales, titulados en la especialidad de Anormales».

Posteriormente dejará de existir como tal colegio para ciegos, pues los alumnos pasan a los centros de la ONCE. En sus instalaciones de calle Sevilla continua la enseñanza de sordomudos, bajo la dirección de las Madres Franciscanas, para pasar después a su actual ubicación en Dr. Escasi., puesto que su crecimiento es tal que se ve necesario la construcción de un nuevo centro en los terrenos adquiridos en Gamarra, sin abandonar la capital malagueña. El colegio “La Purísima” se inaugurará en 1965.

Con la llegada de la integración educativa a los centros escolares, el CAIDV (Centro de Apoyo a la Integración de Deficientes Visuales) presta atención educativa a alumnado con anomalías graves de la visión (baja visión y ceguera) durante su escolarización en cualquier centro educativo no universitario (público, privado concertado o privado) de la provincia de Málaga.

Bibliografía

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