Academia de Declamación, Música y Buenas Letras de Málaga

Puesta en funcionamiento

1887

Tipo de centro

, , , ,

Descripción

Nuevo Mundo (Madrid) 10-6-1909

Tras un primer intento de creación en Málaga de un Centro de Enseñanza Artística de importancia, realizado en 1877 y que no salió adelante por circunstancias económicas, diez años más tarde, el cronista Narciso Díaz de Escovar y el actor y director de escena Luis Ruiz Borrego, retomaron el proyecto.

Para ello se rodearon de un excelente y cualificado personal que llevara aquella labor docente. Entre éstos personajes, por ejemplo, destacaron Antonio Urbano Carrére, Joaquín Martínez de la Vega, Emilio Thuiller, Arturo Reyes Aguilar, Vital Aza, o el propio Narciso Díaz de Escovar.

Así, principios de 1886, queda abierta la nueva institución, a la que dan el nombre de «Academia de Declamación, Música y Buenas Letras», y el día 1 de febrero de 1887 se formalizó definitivamente el claustro de profesores y el alquiler del local situado en la calle Beatas nº 17, donde existía la sociedad Lope de Vega cuyo presidente Joaquín María Verdugo, desde el primer momento, accedió a aportar todo lo necesario para albergar dicha Academia.

De este modo La Academia se convirtió en el primer centro declamatorio creado en la ciudad de Málaga, del cual emergieron durante muchos años numerosas figuras de la escena española y latinoamericana debido a la sobresaliente preparación que recibieron.

A los pocos días de su apertura, ya hubo alumnos matriculados, llegando a ser 200 inscripciones. Pocos meses más tarde, don Narciso Díaz llevó a cabo gestiones con algunos empresarios de las que nació una función teatral que se celebró en el Teatro Principal de la ciudad. Fue el bautizo artístico para aquellos primeros alumnos.

La matrícula era gratuita para las clases de declamación, retórica y poética, arte teatral, solfeo o francés y los profesores no recibían ninguna retribución. Y para la enseñanza de materias como el italiano, baile, guitarra, pintura o escenografía se abonaban los derechos pactados con los profesores.

Al ser las clases gratuitas acudía gente humilde en su mayoría, con escasa o nula preparación cultural, a los que, por ser andaluces, había que empezar por enseñar a pronunciar con corrección el castellano, con la dificultad que ello suponía. En esa época ya existía la Escuela Nacional de Música y Declamación, ubicada en Madrid, lo que imposibilitaba a los estudiantes de escasos recursos el acceso a esta formación.

Su sistema de enseñanza daba más importancia a la práctica que a la teoría, usando ésta como complemento y no como iniciación. Se procuraba, ante todo, dar ocasión al alumno para revelar y afinar sus cualidades, sin imponerles modos de escuela determinada que sólo pudieran amanerarles, logrando obtener así de cada uno en particular los resultados propios de su temperamento. Eran frecuentes las representaciones abiertas al público, e incluso eran utilizadas como examen, y la prensa de la época informaba de ellas con puntualidad..

Para estudiar en la Academia era imprescindible ser mayor de siete años y menor de treinta, si bien los que no tuvieran esa edad podían cursar estudios con un permiso especial de la Dirección.

La Unión Ilustrada nº 109 15-10-1911

La base principal del centro era la enseñanza práctica de la declamación. Existían cátedras de declamación, prácticas escénicas, retórica y poética, arte teatral, historia, literatura dramática, francés, italiano, canto, solfeo, piano baile, guitarra, pintura escenográfica, etc., además de otras materias optativas que también se consideraban importantes para su aprendizaje.

Al ser disuelta la sociedad Lope de Vega, tiempo después, la gerencia de la Academia recibió un importante ofrecimiento, el antiguo local del Círculo Mercantil, situado en la calle de Atarazanas. Al trasladarse definitivamente el Círculo Mercantil a la calle de Larios, pasó la Academia al Colegio Español, (calle Beatas nº 25), cuyo director, D. Manuel Guerrero, dio toda clase de facilidades para el funcionamiento de la institución. En dicho edificio, la Academia tuvo que hacer reformas sobre todo en a la decoración. En su piso principal se construyó un pequeño teatro, pero suficiente para las diversas actividades programadas, así como una buena instalación eléctrica para el alumbrado, que fue financiado por la familia Real y demás protectores.

El centro cultural abrió sus puertas de nuevo el 20 de diciembre de 1891 con Don Narciso Díaz de Escovar junto a diferentes alumnas y profesores con una obra teatral llamada Pobre Porfiado. A partir de aquellos días, los salones y estancias de la Academia se vieron ocupados por numerosos alumnos, artistas y poetas que celebraban veladas literarias y funciones dramáticas.

El día 28 de octubre de 1891 se aprobó por el Ayuntamiento de Málaga una subvención para contribuir al mantenimiento del Centro. La Diputación Provincial, gracias a las gestiones de Díaz de Escovar, también concedió otra pequeña subvención a la Academia.

Asimismo, solicitaron la ayuda de protectores o mecenas, entre ellos figuraban S. M. La Reina Doña María Cristina, la Infanta Doña Isabel, hija de Isabel II y los Marqueses de Larios, que vieron desde un principio con muy buenos ojos la creación del centro cultural.

Así, la Academia recibía esporádicas subvenciones, como una de la reina regente María Cristina en 18921 u otra por un importe de 1.500 pesetas del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 19122.

El auge y prestigio conseguido, a lo largo de estos años, por la Academia, se vio empañado por un triste suceso, el incendio fortuito ocurrido en agosto de 1895. La rapidez de su propagación hizo imposible el salvar los enseres y demás muebles que quedaron totalmente destruidos.

La Unión Ilustrada 26-11-1911

Tras aquel incidente, la Academia estuvo inactiva a lo largo de casi seis años, aunque hubo intentos de rehacerla, pero por diversas circunstancias fueron abandonados. Sin embargo y gracias a los donativos de dos conocidos artistas del momento, María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza, en 1901 se posibilitó, de nuevo, una nueva sede para la Academia, esta vez en el pasaje de Mitjana nº 1, piso bajo, que meses después se amplió con el de la casa número tres del mismo pasaje.

Al parecer fue el momento escogido por la junta de profesores, para aumentar la oferta de materias a impartir por el centro cultural. A partir de aquel momento, la música, los idiomas, pintura y escenografía quedaron incorporadas a la misma.

Al siguiente año, la Academia convocó un Certamen Literario y Artístico en el que se concedieron premios al numeroso grupo de poetas, escritores y artistas que acudieron a él. Un año después, 1903, la reina María Cristina visitó nuestra ciudad apoyando con su presencia los actos que se efectuaron en conmemoración del IV centenario de Cervantes.

Unos años más tarde, 1907, la Diputación provincial que llevaba tiempo apoyando a la Academia gracias a los desvelos de su vicepresidente Díaz de Escovar, decidió por unanimidad concederle el título de Provincial. Aquel mismo año, el rey Alfonso XIII le concedió a la Academia, el permiso para que usara sus Armas.

La carencia de un espacio suficientemente amplio fue siempre un aspecto problemático para los gerentes de la institución y una constante a lo largo de toda su vida. Por aquellos días de principios de siglo, la Academia contaba verdaderamente con un espacio sumamente reducido para algunas de las actividades programadas, por ello, en 1908, el empresario y comerciante Guillermo Rein Arssu junto a otros personajes como el actor Arturo Reyes y el poeta Díaz de Escovar, formaron una Comisión con la intención de trasladarla a un local de mayor amplitud.

La Unión Ilustrada 8-7-1923

Las gestiones dieron sus frutos pocos meses más tarde, se trató del alquiler del primer piso y algunas dependencias, de un antiguo edificio conocido como de Félix Solesio, situado en la calle Granada nº 93. En sus espaciosas habitaciones, la Academia organizó las clases, la biblioteca, un museo, la secretaría y dirección de la institución.

A lo largo de aquellos años, la Academia organizó campañas con fines benéficos en ciudades andaluzas como Cádiz, Granada, Córdoba o Antequera, donde sus alumnos actuaron con gran éxito. Por los años veinte del siglo XX, las dependencias de la sede de calle Granada sufrieron una fuerte remodelación. Como consecuencia de ello, la institución cultural tuvo que efectuar un nuevo traslado a las alumnas de la Academia de Declamación a la calle Gaona, nº 8, que contaba con espacio suficiente para la biblioteca y el museo, en detrimento del salón, más reducido que el anterior de la calle Granada.

Sin embargo, pocos años duró aquella estancia, ya que fijó su nueva residencia en un piso de la plaza de San Francisco, 11 y 13. Y aunque el Ayuntamiento malagueño le venía dispensando su constante protección, la Diputación Provincial denegó toda subvención en los presupuestos de aquel año.

A inicios de la década de los años 30, para el fundador Narciso Díaz de Escovar, la supervivencia de la Real Academia era vital, incluso hizo del mantenimiento de la misma su principal preocupación y supo mantener en este nivel, y el cuadro de profesores secundó su proyecto, que por aquellos días sólo se nutría de las pocas aportaciones privadas y de los grandes desvelos del cronista malagueño.

Con su fallecimiento el 4 de mayo de 1935, desapareció uno de sus grandes baluartes. Ruiz Borrego, director de la Academia desde su fundación, había fallecido antes, en 19203. Se hicieron cargo de la institución su sobrino D. Joaquín Díaz Serrano y Adolfo Reyes. Ambos quisieron continuar la obra comenzada por sus antepasados, pero los tiempos no fueron nada favorables para ellos tanto por el comienzo de la Guerra Civil como la falta de entendimiento entre ambos.

Placa que recuerda la Academia de Declamación

A principios de los años 40, la Academia se encontraba en la calle Eduardo Ocón nº 11- 13, donde contaban con un salón con un pequeño escenario donde también se celebraban veladas de prácticas escénicas, a las que invitaban a algunos de los socios protectores para que pudieran apreciar personalmente la labor que allí se hacía. La Diputación les cedió un local en calle Jinetes para representaciones escénicas y, en sus momentos finales, se trasladó a la calle Barroso nº 7 – piso 1º hasta su desaparición en 1947.

Por las aulas de la Academia de Declamación, Música y Buenas Letras de Málaga pasaron numerosísimos actores y actrices célebres en su época, de los cuales los más conocidos fueron Rosario Pino, Teresa Santiago, José Tallaví, Emilio Thuiller y Ana Adamuz, así como la muy conocida por otras circunstancias Ana Delgado y Briones, que llegó a ser marajaní de Kapurtala, y nunca se olvidó de la Academia, llegando incluso a mantener durante bastante tiempo correspondencia con sus antiguos profesores.

La Escuela Superior de Arte Dramático

La tradición de la Academia de Declamación tiene su continuidad en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga, que tiene sus orígenes en 1947 como sección del Conservatorio Superior de Música de la ciudad, y Dña. Ana Adamuz, antigua alumna de la Academia, fue la primera catedrática de la ESAD.

En 1972 pasa a denominarse Conservatorio Superior de Música y Escuela Superior de Arte Dramático y Danza de Málaga, con sede en la Plaza Maestro Artola. En 1988 los estudios se separan del Conservatorio Superior de Música creándose la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza, y siendo nombrado como primer director D José Oscar Romero Gómez.

La LOGSE les dio rango de verdaderos estudios superiores, equiparando las titulaciones a las de licenciatura universitaria a todos los efectos. En 1995 se separan administrativa y físicamente la Escuela Superior de Arte Dramático y el Conservatorio Superior de Danza.

Desde septiembre de 2009 la ESAD cambia su ubicación con la construcción de un nuevo edificio situado en la zona de Teatinos, junto al campus universitario, en la calle Bela Bartok, Nº 2.

El Museo de la Academia

Cuando la Academia se encontraba en el pasaje de Mitjana , en una de las salas este local se instaló durante un tiempo un pequeño Museo Arqueológico, compuesto en parte por importantes hallazgos que procedían del derribo de parte de las murallas de la Alcazaba, aquellas que daban al mar, provocado por las obras que se estaban realizando en el puerto y la creación del nuevo parque.

Durante estos trabajos de derribo, realizados entre los años de 1904 y 1906, salió a la luz una importante cantidad de material arqueológico que motivó de nuevo el interés de la Comisión Provincial de Monumentos por crear un museo que los albergara y evitara así su pérdida.

Ante la inexistencia de un Museo Provincial, ya que en esa época solo existía el Museo Loringiano, esta necesidad llevó a la Comisión a convertir una de las salas de la Academia de Declamación en un pequeño museo arqueológico.

Además de los procedentes de los derribos de la Alcazaba, otro conjunto estaría formado por los hallazgos realizados en la necrópolis de Almargen. En enero de 1905 se descubrieron por el propietario de los terrenos varias sepulturas romanas mientras se realizaban labores agrícolas. Varios meses después, la Comisión de Monumentos designó a Narciso Díaz de Escovar para que visitara el lugar de los hallazgos y realizara un informe sobre los mismos. En su visita, recogió varios objetos encontrados en estas sepulturas, que fueron trasladados también al Museo de la Academia de Declamación.

La colección contaba con más de 300 piezas, entre las que destacaba una estatua inicialmente identificada como de Apolo, aunque finalmente sería descrita como de Dionysos, y cuyo paradero actual es desconocido.

Incluso después de la inauguración del Museo de Málaga en 1916, la Academia de Declamación siguió albergando la colección, que debió permanecer allí hasta la desaparición de aquella.

1. La Iberia, 5-3-1892; La correspondencia de España, 5-3-1892

2. La Educación, 20-12-1912

3. La Unión Ilustrada, 11-11-1920

Bibliografía

MADRID HISTÓRICO - Enciclopedia. (n.d.). Retrieved November 23, 2022, from http://www.madridhistorico.com/seccion7_enciclopedia/index_enciclopedia.php?idC=20&idinformacion=492&pag=1#inicio2
Ruiz-Borrego y Vílchez, J. (1907). Apuntes sobre la Real Academia de Declamacion y Buenas Letras de Malaga. [s.n.].
Berlanga Palomo, M. J. (1999). Una colección arqueológica en Málaga a principios del siglo XX: el Museo de la Academia de Declamación. Baetica, 21. https://riuma.uma.es/xmlui/handle/10630/9462
Histora ESAD. (n.d.). Retrieved November 17, 2022, from https://www.esadmalaga.com/index.php/historia
Lara Villodres, A. (n.d.). Historia de Málaga - Academia de Declamación, Música y Buenas Letras D. Narciso Díaz de Escovar. https://www.facebook.com/pg/HistoriadeMalaga/photos/?tab=album&album_id=1537088196377554 | Facebook. Retrieved November 17, 2022, from https://www.facebook.com/HistoriadeMalaga/photos/a.901341693285544/2241493595937007/
Reyes Sánchez, M. J. (2011, jueves,  de enero de). Archivo Arturo y Adolfo Reyes Escritores de Málaga: LA ACADEMIA DE DECLAMACIÓN, MÚSICA Y BUENAS LETRAS DE MÁLAGA - 1a PARTE. Archivo Arturo y Adolfo Reyes Escritores de Málaga. http://archivoreyes.blogspot.com/2011/01/la-academia-de-declamacion-musica-y.html

Imágenes

Documentos

Localización

Compartir ésto:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *