La imparable llegada de las tecnologías cambia la relación de docente y alumno – El proyecto Escuela 2.0 requiere formación y la implicación de los profesores
Un alumno acaba un trabajo de sociales en casa y lo envía directamente al correo electrónico del profesor. Un programa corrige automáticamente los cuestionarios de verdadero o falso. El docente entra en clase y, en lugar de pedir que se abra el libro por la cuarta lectura, solicita a los niños que enciendan los ordenadores portátiles. Desde el curso pasado, el proyecto Escuela 2.0 de Gobierno y comunidades pone en manos de profesores y alumnos de final de primaria y principio de la ESO nuevos recursos tecnológicos (miniportátiles para cada estudiante, pizarras digitales e Internet) que conviven con los antiguos.
75.000 educadores se formaron durante el curso pasado en nuevas tecnologías
Solo Comunidad Valenciana y Madrid continúan fuera del plan
Los docentes valoran el interés del alumnado o la inmensa información disponible en la Red. Sn embargo, aún queda mucho para que los profesores estén realmente preparados para sacarle todo el provecho a las nuevas herramientas, además de que hay docentes que temen los problemas de averías por el uso de los equipos o el tiempo que supone preparar el aula.
Javier Marsà, director del instituto Joan Corominas de Barcelona, da clase de ciencias sociales con estos nuevos recursos. Ilustra con una anécdota el intento de cambio didáctico. Solicitó a los alumnos de 1º de ESO que trajeran una canción sobre la que debatir en clase. Una niña llevó Jueves (11 de marzo), del grupo La oreja de Van Gogh.
Tras la escucha, Marsà solicitó a los chavales sus impresiones. Ellos veían una historia de amor; desconocían que tratase sobre el ataque terrorista que en 2004 mató a 191 personas en Madrid. Así que el docente mandó buscar en Internet información sobre el atentado. Mediante vídeos, artículos de prensa y blogs, los chavales aprendieron por sí mismos lo que sucedió cuando tenían tres años.
Para Antonio Pérez, director desde hace dos años del Instituto de Tecnologías Educativas (ITE), el papel del profesorado debe «sufrir un cambio profundo» y pasar de ser un transmisor de conocimientos a un dinamizador de esta diversidad de fuentes. Antonio Campuzano, uno de los cuatro autores de un informe sobre Escuela 2.0 elaborado para el ITE, define la nueva figura del docente como guía y controlador, en el buen sentido de la palabra, con la obligación de corregir errores en el aprendizaje espontáneo del alumno en Internet, pero sin descuidar sus obligaciones de toda la vida.
Campuzano, que participó en los ochenta en el proyecto Atenea de informatización de los centros, advierte de que el retraso de los docentes a la hora de adquirir nuevos conocimientos es bastante «notable».
Cerca de 75.000 profesores, de un cuerpo de unos 550.000, se formaron en el uso de tecnologías en el curso 2009-2010. Pérez ve en esta cifra, junto a la de 500.000 miniportátiles entregados a los alumnos y las más de 20.000 aulas digitales (pizarra digital, conexión a Internet en clase) repartidos, según los últimos datos del ITE, el éxito de la implantación de Escuela 2.0. «También hemos conseguido sensibilizar de que se puede enseñar de otra manera», asegura. El presupuesto movilizado hasta ahora -200 millones de euros- es cofinanciado entre el Ministerio de Educación y las comunidades.
Elia García, directora del colegio Ramón y Cajal en Cuenca, alaba el entusiasmo de los alumnos por la tecnología, pero pone una pega: los 15 minutos que se tarda en preparar la clase digital. Uno de los motivos por los que se decidió el modelo de Escuela 2.0 frente al anterior de aulas informáticas fue la perdida de tiempo por el traslado de los alumnos de una clase a otra. En el instituto Agua da Laxe, en Gondomar (Pontevedra), se decidió rechazar el equipamiento propuesto por la Xunta. A su coordinador de nuevas tecnologías, Alberto Cifuentes, le parecía una mera dotación de equipos sin tener en cuenta las particularidades de cada centro ni las averías derivadas del uso de los miniportátiles y su impacto en la conexión a Internet del centro.
Campuzano ve Escuela 2.0 como un objetivo utópico que puede servir como revulsivo, pero advierte de que los ordenadores son una herramienta más y que no solucionan nada por sí mismos.
Algunas autonomías que comenzaron más despacio están acelerando ahora el desarrollo de Escuela 2.0. Castilla y León, tras finalizar el curso 2009-2010 con los 217 miniportátiles y las 816 aulas digitales de un programa piloto, ha comenzado el 2010-2011 con 15.000 equipos y más de 5.000 pizarras. También Baleares, Galicia, La Rioja y Murcia -la última en firmar el plan-, están dotando a los centros. Madrid y Comunidad Valenciana son las únicas comunidades que aún no se han sumado al plan, y entre las razones que han dado está que la pantalla de los miniportátiles es demasiado pequeñas. A los presidentes de las asociaciones de padres de estas comunidades no les parece correcto que sus hijos estén perdiendo esa oportunidad.
Educación prevé que para 2012 sea completa la informatización de las aulas desde 5º de Primaria a 2º de Secundaria en todas las comunidades que están en el programa. La intención del ministerio, salvo avatares políticos, es continuar con su implantación en el resto del sistema. Pese a toda esta nueva tecnología, los exámenes aún se realizan con bolígrafo, papel y metodología antigua.
Los gastos
Algunas las comunidades han diseñado distintas maneras de compartir o repartir algunos gastos del programa con las familias. Estos son distintos ejemplos:
– La mitad del precio. En Cataluña, la Administración subvenciona 150 euros para la compra del miniportátil, pero los padres aportan otros 150.
– 25 euros al año. En Castilla y León, la familia paga 25 euros al año para el mantenimiento de la herramienta.
– El que rompe, paga. En Asturias, si hay que hacer algún arreglo en el ordenador que no cubra la garantía, lo pagan los padres.